Bloqueos, protestas y la respuesta de siempre: “son políticos”. La inseguridad en carreteras: el frente que el gobierno quisiera esquivar, pero que lo atropella a toda velocidad. En México, el robo a transportistas “va a la baja” según las cifras oficiales -esas mismas cifras que nunca coinciden con lo que se vive en el asfalto-, pero los choferes insisten en algo que el gobierno prefiere ignorar: cada vez les roban menos, pero les pegan más fuerte. Una estadística muy mexicana: baja la incidencia, sube la brutalidad. Mientras tanto, en Estados Unidos ya empezaron a reclamar: que México garantice la seguridad de la carga, que haya responsabilidad, que se comprometan. Básicamente, piden lo que aquí también exigimos y no llega. Los transportistas han bloqueado por largas horas las principales carreteras que conectan a la CDMX y diversos estados. ¿La reacción de la flamante secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez? La misma receta oficialista de siempre: decir que los inconformes pertenecen a partidos políticos y que realmente no tienen razones para movilizarse. Porque en esta administración ya no hay protestas sociales: solo conspiraciones electorales, sólo adversarios, solo “grupos manipulados”. La violencia en las carreteras no existe, hasta que pasa una tragedia en vivo y ni así. El gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo lanzó la estrategia “Cero Robos” la estrategia que ya suena a slogan más que a política pública. Se desplegaron elementos en las carreteras México–Puebla, México–Querétaro y Culiacán–Mazatlán. Bonito operativo para la foto, sin duda. Pero la realidad, esa que no cabe en un boletín, es que la violencia sigue: emboscadas, camionetas incendiadas, extorsiones, camiones desaparecidos como si fueran fantasmas de carga pesada. La estrategia se llama “Cero Robos”, pero en varias regiones parece más bien “Cero Resultados”. Conclusión: el gobierno tiene un nuevo incendio y quiere apagarlo con discursos. Lo que pasa en las carreteras ya no es un problema de tránsito: es un retrato del país. Transportistas que viajan con miedo, empresas que ya no quieren operar ciertas rutas y un gobierno que sigue afirmando que todo está “bajo control”. Lo único bajo control -y a medias- es el discurso. El país, las carreteras, los riesgos… estos siguen libres, abiertos y violentos…
El Senado elegirá a 10… pero el verdadero dedo está en Palacio. 43 aspirantes para la FGR, pero todos sabemos quién trae la bendición. Se registraron 43 aspirantes para encabezar la Fiscalía General de la República. Cuarenta y tres. Una cifra respetable, si no supiéramos que en México esas listas largas sirven más para rellenar boletines que para abrir verdaderas competencias. Porque entre todos estos nombres, solo uno brilla (o arde): Ernestina Godoy, la favorita del oficialismo, la que carga el respaldo presidencial como si fuera pase VIP para entrar al Karisma de la 4T. Este martes pasado el Senado -esa sala donde se simula democracia- recortó la lista a tan solo 10 perfiles. Luego, la presidenta Sheinbaum Pardo selecciona a tres finalistas, como si fuera reality show: La Fiscalía: Edición Transformación, patrocinada por MORENA. ¿Quién quedará? ¿Quién será “el elegido”? ¿Quién tendrá la estrellita de “fiscal de confianza”? Difícil saber, aunque sospechosamente fácil de adivinar. Gertz Manero se fue, pero la sombra sigue. Tras la salida de Alejandro Gertz Manero -el fiscal que creyó que la institución era extensión de su sala personal-, el gobierno promete una nueva etapa: más coordinación con el gabinete de seguridad, más profesionalismo, más justicia, pero claro, en el país de la retórica infinita, “nueva etapa” significa: misma estructura, mismo guión, solo cambiamos al protagonista. Ernestina Godoy: de fiscal capitalina a posible fiscal del país. La exfiscal de la CDMX llega a la competencia con el sello de la casa: Lealtad absoluta al proyecto, Expedientes incómodos manejados con guante oficialista, Y una militancia que la hace más política que técnica. ¿Independencia? Sí, cómo no. Tan independiente que seguramente ya trae listo el uniforme con el escudo de la 4T bordado en el pecho. Conclusión: 43 aspirantes, pero tan solo uno que importa. La narrativa dice que hay pluralidad. La realidad dice que hay alineación. El proceso dice que es abierto. El sistema dice que es dedazo con pasos intermedios. México tendrá una o nuevo fiscal. Lo que falta saber es si tendrá Fiscalía o solo una sucursal más del poder en turno. Al tiempo y contando. Es cuanto estimado lector…
“Narco-República S.A. de C.V.” En México tenemos otra vez el mismo capítulo del narco-drama nacional: el hijo del capo más famoso del país se declara culpable en una corte estadounidense, mientras aquí seguimos discutiendo si la Guardia Nacional debe usar uniforme: verde, caqui o guinda. Prioridades, pues. Lo más pintoresco es el guion: Joaquín Guzmán López acepta haber participado en un secuestro que desató una guerra interna que dejó más muertos que varios huracanes juntos. Pero en México la autoridad sigue actuando como si todo fuera un malentendido entre “muchachos inquietos” que nomás se pasaron tantito de intensidad. Y mientras las facciones del Cártel de Sinaloa se reparten territorios como si fueran casillas del Monopoly versión “Narco Edición”, el gobierno repite el mantra de siempre: “Vamos bien, lo peor ya pasó, el país está en paz.” Paz con 1,200 muertos, 1,400 desaparecidos y un cártel responsable de buena parte de la epidemia de fentanilo que está destrozando vidas en los Estados Unidos. Pero sí, claro, paz, porque qué flojera reconocer la realidad cuando es más fácil inaugurar obras, grabar videos y repartir discursos motivacionales. Lo verdaderamente tragicómico es que la justicia estadounidense hace lo que México no puede, no quiere o no le conviene. Allá capturan, procesan, interrogan, documentan. Aquí nos cuentan la historia de que “todo está controlado”, mientras la narrativa oficial pasa de largo ante el elefante en la sala: el Estado está peleando una guerra que perdió hace varias temporadas. Y así seguimos: Los narcos resolviendo sus pleitos en avionetas, las cortes gringas llevando la batuta, el gobierno federal anunciando que “no pasa nada”. Y el ciudadano mexicano, como siempre, pagando boleto para ver la función más cara, más sangrienta y menos voluntaria del país. En resumen: México continúa siendo ese país donde la realidad es tan absurda, que el sarcasmo parece crónica política…
Sin Redundar y diciendo las cosas tal y como son. Suyos los comentarios estimados lectores…
Facebook: Carlos Avendaño Twitter: @Carlosravendano http://www.carlosavendano.mx
hectormunoz.com.mx - lagaceta.me - entreveredas.com.mx - rrcagenciainfomativa.com – nexusmedia.com – entreredes.com.mx

