Siete datos que marcan los siete años de los gobiernos morenistas. Siete años de la llamada Cuarta Transformación y México ya puede presumir que vive en una realidad paralela: una donde el discurso camina por un lado y los datos por otro, sin intención de cruzarse jamás. Porque sí estimado lector, mientras el gobierno presume avances históricos -como el salario mínimo que después de décadas de castigo por fin subió- también hay retrocesos igual de históricos en rubros que preferirían mantener bajo la alfombra. Pero vayámonos por partes. 1.- Salario mínimo: el logro estrella con apagones alrededor. Es verdad: el salario mínimo aumentó y eso debería celebrarse. Lástima que la inflación, los precios del gas, la canasta básica y la violencia hagan que muchos mexicanos sigan sintiendo que “subió el sueldo, pero bajó la vida”. 2.- Inversión extranjera: la niña bonita. México sigue atrayendo capital extranjero. Nearshoring, mercado grande, mano de obra barata, todo suma. El detalle incómodo: la mitad de esta inversión se concentra en pocos estados y no ha logrado frenar la desigualdad. Pero ¿Para qué arruinar la fiesta con datos completos? 3.- Corrupción: el retroceso disfrazado de lucha anticorrupción. En siete años, el discurso anticorrupción envejeció peor que las “mañaneras”. El país retrocedió en los índices internacionales, los escándalos se multiplicaron y lo único que avanzó fue la creatividad para justificar cada caso. Eso sí lo repiten a diario: “no somos iguales”, solo más opacos. 4.- Desaparecidos: la herida que empeora. El número de desaparecidos se disparó de forma tan brutal que el gobierno optó por la estrategia más efectiva políticamente: desaparecer a los desaparecidos del censo poblacional. Si el dato no existe, el problema tampoco, ¿Qué no? 5.- La concentración en el Zócalo: el aplausómetro oficial. Claudia Sheinbaum Pardo prepara su “gran celebración” el 6 de diciembre. Cifras, logros, aplausos, músculo político. Una demostración de que todo va bien siempre y cuando se mire desde arriba del templete y no desde el país real. 6.- El regreso del patriarca: AMLO y su libro “Grandeza”. López Obrador, reapareció en las benditas redes sociales para presentar su nuevo libro y avisar que no hará gira. Claro: ya tuvo seis años de gira permanente, qué más quiere. Sheinbaum, agradecida, respondió con entusiasmo casi devocional: “Queremos mucho al presidente”. Y sí, se nota. 7.- AMLO, jubilado según él. El ex presidente dice que ya está retirado. Que solo volvería por tres cosas: defender la soberanía nacional, defender a Sheinbaum de un golpe de Estado, y defender la democracia. O sea: volverá cuando él decida que debe volver. Una jubilación tan creíble como un político que promete no intervenir. Siete años después, el país tiene avances, claroscuros y retrocesos. Pero hay algo que sí nos queda por demás que claro: la 4T gobierna como si sus logros fueran monumentales, sus errores pasajeros y sus críticos, golpistas profesionales. Y mientras la presidenta celebra en el Zócalo, el ex presidente publica libros y los datos incómodos crecen, México se pregunta si la transformación sigue o si ya se transformó en otra cosa…
Del descontento a las movilizaciones: los frentes abiertos del gobierno de Sheinbaum. Pues sí: la luna de miel de Claudia Sheinbaum Pardo duró menos que un “compromiso” de campaña. Apenas cumplió un año en el cargo y ya parece que gobierna un país que se le está amotinando en capítulos diarios. El catálogo del descontento es tan amplio que ya no parece una lista de sectores sociales: parece el reparto de una película de desastre nacional. Transportistas, agricultores, maestros, enfermeras, estudiantes, familias de desaparecidos, víctimas de violencia, hasta los afectados por las lluvias. Sí, hasta el clima está protestando. Sheinbaum Pardo llegó prometiendo orden, ciencia, gobernanza moderna. Pero lo que tiene enfrente hoy es una colección de incendios simultáneos, mientras en Palacio Nacional parecen empeñados en apagar conflagraciones nacionales con un atomizador de agua bendita. Porque si ya había crisis en prácticamente todos los frentes civiles, lo que se sumó este año terminó de romper la narrativa: 1.- El hallazgo del centro de adiestramiento en Rancho Teuchitlán Jalisco, que mostró que el crimen organizado opera con más impunidad que una dependencia federal en viernes de quincena. 2.- La guerra interminable entre las dos facciones criminales en Sinaloa, que parece más una serie por entregas que un conflicto bajo control. 3.- El crecimiento de las extorsiones, un delito que ya es parte del paquete básico de la vida mexicana, como el IVA o el calor. 4.- Y el homicidio del alcalde de Uruapan, Carlos Alberto Manzo Rodríguez, que volvió a recordarle al país que la política nacional ya viene con riesgo mortal incluido. Con esta combinación, era cuestión de tiempo para que los ciudadanos salieran a las calles. Porque cuando la gente protesta no es porque “los manipulan”, es porque el gobierno les da más razones que soluciones. La realidad es incómoda, pero simple: Sheinbaum Pardo no está enfrentando un frente abierto, está enfrentando una tormenta perfecta. Una donde la sociedad exige lo que el gobierno prometió, pero no ha entregado: seguridad, recursos, decisiones claras y un Estado que funcione más allá del discurso. Y si este es el primer año, no quiero imaginar cómo va a estar el cuarto, o el quinto o la despedida. El problema no es que la luna de miel acabó. El problema es que al parecer nunca hubo matrimonio, solo promesas de campaña que hoy se están cayendo como fichas de dominó mal acomodadas. Innegablemente que lo que sigue no es gobernar, sino sobrevivir políticamente…
“Subidón… según el gobierno”. Buenos días, México. Hoy amanecimos con la noticia que todos esperábamos: los salarios mínimos suben y nuestro entusiasmo sube un poquito. Zona Libre de la Frontera Norte: de $419.88 a $440.87 diarios, un incremento del 5 %. Sí, cinco por ciento 5%. Lo suficiente para comprar, bueno, casi nada más que un café y medio. Y en el resto del país: de $278.80 a $315.04 diarios, 13% de aumento. Suena generoso, hasta que recuerdas que la inflación de este año fue como un mariachi desafinado, siempre desafinando y llevándose tu dinero mientras sonríes. Por supuesto, todo esto fue acordado formalmente por el Consejo de Representantes de CONASAMI, que suena muy oficial y serio, hasta que miras a tu cartera y piensas: “¿A quienes representan exactamente esta comisión?” Porque no es solo una cifra bonita en un papel. Este incremento se refleja en SBC, cuotas del IMSS, aportaciones a INFONAVIT, UMAs, Tabuladores e Impuestos Varios y la afamada Reingeniería de las Universidades del país, amén de toda la burocracia que nos recuerda que sí, subieron los salarios, pero también la vida, curiosamente, también está subiendo. En resumen: el gobierno anuncia incrementos como si fueran regalos de Navidad adelantados, mientras el ciudadano promedio calcula cuántos días le tomará alcanzar el precio de la canasta básica de cada mañana. Bienvenidos a la política de “aumentos que no alcanzan”, el clásico truco de magia donde todos vemos la subida, pero nadie ve cómo nos desinflamos…
En México, miles de personas sujetas al fisco hacen enormes esfuerzos para cumplir puntualmente con sus responsabilidades. La inmensa mayoría de los mexicanos pagamos nuestras deudas aun cuando ello implique sacrificios en nuestra vida diaria, porque sabemos que el incumplimiento trae consecuencias inmediatas y severas. Por eso surge una pregunta tan justa como inevitable: la ciudadanía sostiene que no tiene por qué pagar intereses por deuda, ¿Por qué debemos de cubrir los altos intereses que el propio gobierno impone? La ley -y la justicia que deriva de ella- debe ser pareja para todos. El esfuerzo debe valorarse por igual, sin privilegios ni excepciones disfrazadas. No se trata de confrontar, ni de dividir, ni de colocar etiquetas políticas. Se trata de exigir coherencia, responsabilidad y respeto hacia las personas que sostienen a este país con su trabajo, que cumplen aun cuando el sistema no siempre les responde de la misma manera. Esta situación merece ser escuchada. Porque en un Estado de derecho auténtico, la ley no distingue apellidos ni posiciones de poder. Y porque en un México verdaderamente democrático, el trato debe ser justo, claro y equitativo para todos…
Sin Redundar y diciendo las cosas tal y como son. Suyos los comentarios estimados lectores…
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